miércoles, 15 de abril de 2015

De la fina línea entre la elegancia y el machismo...

Andaba yo examinando una fotografía que me habían tomado en una mañana soleada con el majestuoso escenario del océano tras de mí. La estampa de mi yo fresco y relajado vistiendo un trajecito por encima de las rodillas mimetizada con el fantástico naval escenario me resultó encantadora cuando reparé en lo descarado de una parte de mi cuerpo más desnuda de lo que los cánones suelen aceptar como elegante. 

Mi falda había sido meneada por el viento un poco más arriba del muslo, en un lateral. A pesar de que lucía al más puro estilo Marilyn Monroe, lo que parecía un inocente arrebato de la brisa no tardó demasiado en instalarse en la zona de los prejuicios en mi cabeza. Enseguida pensé en lo inapropiado de la imagen. Desde si sería poco elegante hasta atrevido e incluso soez según los patrones morales que imperan.

Sin embargo, al par de días decidí preguntarle a un chico qué pensaba él de aquello, si le parecía apropiado o no. Entonces tuve una conversación con quien en ese momento tenía más a mano, y tampoco podía ser un chico cualquiera. Alguien con sentido común y que supiese que iba a ser totalmente honesto conmigo, a ser posible más o menos joven. Este chico resultó ser mi hermano. Su respuesta fue concisa y certera: "estás pensando de forma machista". A mí, una mujer de lo más feminista, aquejada regularmente por las injusticias habidas y por haber a lo largo de la historia de las féminas por su condición de hembra, defensora incondicional de los méritos robados y las hazañas logradas de mi género sexual, orgullosa de los derechos que conseguimos gracias a muchas valientes. Sí, a mí. Una chica joven, de mentalidad abierta y tolerante. 

Tenía toda la razón. De hecho, muchas chicas son machistas sin saberlo porque permiten alojar este tipo de pensamientos impuestos en su conducta, algo lamentable. Incluso hasta a mí han llegado esos prejuicios e imposiciones machistas en cuanto a la forma de vestir que venimos arrastrando desde tiempos inmemoriales. Aquello de no llevar la falda demasiado corta, transparencias, no pintarse las uñas, no enseñar demasiado...pero ¡por favor! ¡Cuántos imperativos había consentido aceptar sin más así tan naturalmente, como si fuese lo correcto! La cultura implícita de la que nos hablaba un sabio profesor sociólogo de la facultad de Medicina había hecho acto de presencia sin venir a cuento. Y es que seguimos albergando "debes" y "no debes" en nuestra mente que realmente no tienen sentido, simplemente porque nos han inculcado desde niños lo que se consideraba por una sociedad machista y cero tolerante lo que estaba y no estaba bien. Y ese es un rasero bastante desproporcionado, que obviamente, hay que desechar. 




Entonces también pensé que podría haber una delgada línea entre lo culturalmente incorrecto y lo tosco o poco elegante. Y si leemos acerca de la elegancia, entenderemos que es un arte. Personalmente, llegué a la conclusión de que me quedo con la definición de elegancia de Carolina Herrera que dice lo siguiente: "la elegancia no tiene mucho que ver con lo que te ponés, es más una actitud". Se trata de una forma de ser, de un comportamiento, maneras, saber estar, educación, delicadeza en muchos sentidos, y buen gusto. Esto último es algo ya más subjetivo, obviamente. Pero resalto aquello de que se trata más de una actitud que de otra cosa. Esto es, incluso llevando una falda bastante corta o un vestido de talle corto ajustado, por ejemplo, puede uno seguir siendo elegante. Todo depende de varios factores ajenos a solamente el vestir per se




Dicho esto, no hay que preocuparse en exceso por la vestimenta tanto como por otras cuestiones más valorables. Es preciso contextualizar. Llevar lo que se quiera como se quiera con criterio y estilo propios. El arte de la elegancia va más allá, pero no nos olvidemos que no siempre tenemos por qué ser elegantes. La mesura y el recato no en todo momento apetecen e incluso quedan en fuera de juego según qué situaciones y lugares. Por tanto, cuidado con caer en los resquicios del machismo cultural, que aseguro que puede intentar minar la moral en los momentos y de la forma más inesperada cuando no debe ser así en absoluto. Ante todo, libertad plena para ponerse lo que a uno le de la real gana. 




*Estas imágenes son propiedad de una escuela llamada Miami Ad School Europe, una  clara campaña gráfica contra el machismo.


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