domingo, 5 de octubre de 2014

"Que el miedo cambie de bando"

País de pandereta, mundo despiadado. Por donde quiera que te vires hay un mal parado. Porque parado aquí no puede haber uno bien. Se malvive a costa de y gracias a la familia. Bendita familia. Años de formación para tener que implorar ya no por un sueldo digno, sino por un jornal que nunca llega, por tener qué comer y dónde dormir. Por sobrevivir. Esa es, por desgracia, la situación de millones de personas en nuestro país y más allá. Desmotivación y desgana infinita, comprensible, por donde quiera que miren...Esta canción me ha hecho llorar. Grande Ismael Serrano...


domingo, 13 de julio de 2014

Reflexión del día y para la vida en general :)

No sé si son suyas realmente o no. Lo desconozco. Pero son palabras que intuyo cargadas de experiencia y reflexión, y de un modo u otro, me identifico con ellas porque creo que dan en el clavo de la vida. Ahí van:


Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío. No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia.

Meryl Streep
 

martes, 17 de junio de 2014

Veganismo...

Ser "vegano" parece ilustrar una filosofía de vida que está muy en boga en pro de lo que se prograganda como la dieta ideal. Comer cualquier producto de origen animal es un disparate absoluto a los ojos de aquel asiduo a esta práctica, así como llevar prendas de origen animal o realizar experimentos en animales. A mí hay muchas cosas que no me encajan acerca de esta forma de alimentación. 



Es por ello que seré breve e intentaré resaltar algunos de los motivos que me hacen oponerme al veganismo:

1. En palabras textuales de Leslie Cross, miembro fundador de la Vegan Society "La palabra “veganismo” tiene un significado tan simple como preciso. Significa: doctrina en que los humanos debemos vivir sin explotar a los animales. Debido a que la cuestión de la definición es obviamente tan importante, voy a solicitarles que sean tan amables de comprometerse con la memoria, de forma que cuando usemos la palabra “veganismo” todos estemos pensando en lo mismo. Veganismo entonces, es la doctrina en la cual los humanos viven sin explotar a los animales.".

¿No es esta definición una excusa perfectamente hipócrita? Es decir, que quede claro que estoy en contra de la explotación animal, pero a la vegetal que le den viento. Arrasemos con el pasto para el ganado, quitémosles toda su comida al reino herbívoro. Naranjeros y tomateros plantemos sin dilación, si total las plantas ni sienten ni padecen. Arranquémosles sus frutas. Arrebatémoslas sin haber crecido del todo de su hábitat terrenal, pues es que no sienten ni padecen...

Además es fácil tergiversar las palabras. Una cosa es explotar a los animales e incluso maltratarlos, y otra bien distinta utilizarlos en un momento dado para el consumo humano, perfectamente ético y necesario desde mi punto de vista (si bien no emocionalmente bonito, pero necesario). Parte del sencillo ciclo de la vida.


2. Los defensores de esta doctrina basan su dogma en el para ellos paradigmático y todopoderoso "The China Study", un estudio que no de deja de ser observacional (lo cual desde el punto de vista epidemiológico no puede demostrar la causalidad sino poner de manifiesto meras asociaciones: no es un estudio ideal para demostrar su teoría). Además, presenta muchos errores que ya han sido señalados con rigor.


3. Si bien muchos de los puntos que sostiene esta biblia del mundo vegano tienen sentido a primera vista, hay errores que pueden conducir a una falacia del tipo "post hoc ergo propter hoc" fácilmente (entre otros, como ya se ha comentado anteriormente) y estos con sentido suelen ser afirmaciones que ya conocemos, como que el consumo de grasas saturadas en exceso es nocivo para la salud. De ahí que se pueda manipular con la apología al vegetal en contra del exceso de grasa. Pero todo en exceso es perjudicial, así como en defecto. Nada que no se supiese antes del veganismo.


4. La dieta vegana no es ideal en absoluto pues las principales formas de proteína que necesita el organismo humano provienen del metabolismo de los aminoácidos que solo nos proporcionan alimentos como la carne de res o el pescado. De ahí que muchos veganos deban recurrir a suplementos alimenticios para suplir su falta de vitaminas y proteínas en general; lo cual va en contra de su dogma puesto que estas sustancias se obtienen sintéticamente, pudiendo provenir perfectamente de sustrato animal, por no hablar del procesado sintético y antiecológico que obternerlos supone. Nuevamente un gesto hipócrita, ¿no es así?


5. Especialmente en los niños es muy importante que no se lleve a cabo una dieta vegana, puesto que la evidencia de retraso en el crecimiento está ahí, así como los informes de fallecimientos o problemas derivados de una malnutrición derivada de una gestación de madre vegana. 


6. No hay evidencias de que la dieta vegana sea mejor que la dieta tradicional, así como no se documenta una relación significativa entre el consumo de carne roja y diversos cánceres (se habla más de la posibilidad de su relación con el hecho de la cocción en sí, el uso de aceites refinados y otras cuestiones), aunque sí la hay. Pero lo que es concluyente es que no se ha demostrado que esta dieta sea óptima ni mucho menos.


7. Ni siquiera ellos mismos en su autodefinición hablan de apartarse de todo consumo animal, pues dicen "no explotarlos". ¿Deja esto margen a pensar que puedan usarlos en algún momento pero no en exceso de alguna forma? Me inclino a pensar que así es, que se trata, una vez más, de una definición bastante ambigua, hipócrita y de poca fe.


8. Muchos veganos comen "tofu" al más puro estilo "hamburguesa budista", cosa que destila misticismo por todos lados, y puestos a leer la tira de ingredientes con los que está elaborado, no es precisamente de lo más saludable, aunque pueda parecerlo por su contenido bajo en grasas. 


9. La carne está demasiado buena. El colesterol sin pasarse es bueno y necesario. Nuestras células se componen de colesterol en sus membranas. No me creo a un vegano que no haya comido carne a escondidas ni una sola vez en un largo período de abstinencia cárnica xD. La privación de endorfinas derivada de ello tendría que hacerse visible tarde o temprano, y como la gente vegana suele ser gente contenta, es imposible :P (este es el de menor peso de mis argumentos, por si no se nota xDD).


Por otro lado, es cierto que el consumo animal se está viendo incrementado y se incrementará conforme avanzan los años por una razón muy sencilla: la población envejece y, por tanto, seremos más bocas a alimentar. Esto no favorece al medio ambiente porque es cierto que las emisiones de dióxido de carbono que desprenden los ganados en general, por ejemplo, son cuantiosas, y como es sabido, dañinas (efecto invernadero, cambio climático, etc.). Sin embargo, puestos a preferir, comer es lo primordial, y como comer bien supone generar esas emisiones provenientes de los animales, quizá el balance se halle en emitir menos desde otras áreas menos importantes, como quizá la automovilística; de la que se sabe puede funcionar a merced de otros combustibles distintos del oro líquido imperialista actual que tantos estragos está causando (como aceites de origen vegetal e incluso agua, es el caso del motor ideado por el gran ingeniero Paul Pantone, "casualmente" llevado preso a la cárcel poco después de patentar su revolucionario pero sin embargo poco extendido descubrimiento. Este señor merece otra entrada para él solito, pero eso para otro día). En resumen, si por mí fuera, todos los vehículos deberían estar utilizando cualquier otro combustible que no fuera el petróleo para reducir las emisiones por ese lado, y así compensar el aumento de emisiones por parte del sector agrícola, que sin lugar a dudas se han de ver incrementadas en un inminente futuro.


Para finalizar, queridos veganos, les sugeriría que reflexionaran un poco acerca de todo esto desde el cariño y el sentido común. No todos los estudios están actualizados ni el gran China Study en el que se apoyan como pilar fundamental es el mejor de ellos en absoluto. Y es que tengo la impresión de que en detrimento de una buena investigación, se apuesta hacia algo "nuevo" más por moda y apología al ecologismo (tampoco estoy completamente de acuerdo con muchos alegremente llamados productos ecológicos) que otra cosa. Quizá porque lo nuevo suele vender y a los famosos les viene muy bien aquello de quedar bien con el público. Incluso a pesar de que Einstein supuestamente decidiese convertirse en vegano, según he leído por ahí, al final de su vida. Si es verdad, se puede creer y hemos de tener en cuenta que estaba mayor, y si no, no dejaría de ser una de las tantas supuestas citas textuales parafraseadas por una inmensidad de gente que no hace otra cosa que extenderse como la peste porque "como lo dijo Einstein..." todo vale ;). Y el que lo quiera coger que lo coja, como se dice en mi tierra.


*http://misteriosaldescubierto.wordpress.com/2013/09/15/ser-vegano-es-mala-idea/
*http://paulpantoneyenergiagratuitaparatod.blogspot.com.es/

Buenas noches, ¡primores! ;)




miércoles, 16 de abril de 2014

Mareas negras se avecinan


El tañir de una de las más temidas campanas por las Islas Canarias ya ha sonado. Un auténtico presagio de muerte se anunciaba ya con la noticia de que las prospecciones petroleras serían inminentes a pesar de la masiva negativa popular al respecto. Y, una vez más, los que dirigen este país, aquellos que tienen el poder de mover los hilos, esos mediocres que se enriquecen de dineros tan sucios como estas tristes mareas de petróleo a costa de la población parece que se saldrán con la suya. Aunque yéndose con el rabo entre las piernas, huyendo cual ladrón digno del más grande hurto, como fugitivo que no se da por vencido en busca de asilo y nueva identidad en extranjeros paraderos desconocidos, así se saldrán con la suya. Sin importar cuánta fauna marina perezca a merced de este vil acto meramente lucrativo, cuántas playas dejen de ser aptas para el baño, cuánto turismo salga corriendo de unas islas que siempre han sido vírgenes, limpias; nuestro tesoro, de lo que vivimos, de donde pescamos, de lo que comemos. ¿Cómo se puede alguien ir a dormir sabiendo que ha mentido a la población y ha ido en su contra, a sabiendas de tener en su mano provocar un desastre natural que quién sabe cuántas veces más se vaya a repetir? ¿Cómo puede alguien pasar desapercibido ante algo así? ¿Cómo, señores políticos, pretenden responder ante esto? Muchos ya conocemos la respuesta. Lavándose las manos, pasándose la pelota el uno al otro –como de costumbre-, mirando hacia otro lado haciendo honor a la ignorancia y huyendo. Porque claro, cuando yo político, tengo tanto dinero como para permitirme viajar a otras islas aún limpias donde poder disfrutar del baño, entre otras cosas, ¿qué más dan las mías? ¿No es para tanto, no? Solo es un poco de petróleo, ¿verdad? Y cómo no, “es muy seguro” –dicen.




A día de hoy, martes 15 de abril de 2014, tras tener que haber leído el lamentable titular “Cerradas varias playas del sur de Gran Canaria por un vertido de petróleo” en el Canarias 7, no me cabe duda de que existe gente despiadada sobre la faz de este planeta que, definitivamente, no es merecedora en absoluto de la grandeza que la naturaleza nos ha brindado. Y esto lo pienso cuando el impacto del titular es tal que no se me ocurre pensar otra cosa que en las susodichas prospecciones. Sin embargo, el origen de este vertido que ha teñido de oscuro algunas de nuestras playas nada tiene que ver con esto sino con el posible reciente hundimiento de un barco japonés cerca de la zona o buques en plena faena de limpieza.

De repente, la gente empieza a elucubrar sobre cómo podrían ser entonces vertidos procedentes de las prospecciones petroleras que pretenden llevar a cabo en las islas, no queriendo llegar a imaginar la magnitud del verdadero desastre que ello supondría en comparación a este trágico incidente. Y  surge un debate. Si el petróleo es la mayor fuente de energía para todos, ¿qué hemos de hacer? Sí, lo es, en un 80%. Pero haciendo un uso racional y combinado con las energías renovables (eólica, hidráulica, nuclear, solar, etc.) deberíamos ser capaces de vivir sin problemas, para lo que se requiere la concienciación de la ciudadanía. Evidentemente, todo esto no es tan sencillo, pero es la única opción que queda, ya que el crudo se prevé que desaparezca en torno a 2020. No obstante, ¿Es realmente necesario arruinar toda una economía insular que vive de unos pocos sectores (turismo y pesca, a grandes rasgos) y que se haga imposible el baño en estas aguas? ¿Es que no existen otras islas deshabitadas o con zonas habilitadas para ello? ¿De verdad somos de las últimas opciones encima de la mesa? Me niego a creerlo. Y lo que sí empiezo a creer es que, verdaderamente, debemos empezar a concienciarnos y al mundo entero de que esto se acaba. La electricidad no será eterna al ritmo al que vamos ni mucho menos, motivo más para querer y respetar a nuestro entorno, el que será la única fuente de vida que podamos tener y del que, al fin y al cabo, debamos depender.

Cabe decir que sería muy interesante que avanzara la ingeniería en cuanto a estas cuestiones, ya que los derrames no son ninguna tontería; pero es evidente que las máquinas se estropean y que, ya sea por fallos mecánicos de maquinaria o humanos, las consecuencias son, sin duda alguna, devastadoras. Dejan una cicatriz no solo en la Tierra, sino también en el alma de sus habitantes. Por otro lado, parece vital que investiguemos e invirtamos en energías renovables a pesar de representar una pequeña parte de la energía que consumimos, ¿pero acaso eso no puede cambiar? Quizá si se invirtiera en ello lo suficiente alcanzaríamos nuevos y sorprendentes logros. En los enlaces de abajo, algunos colectivos ecologistas exponen sus motivos para estar en contra de las prospecciones y formas de ahorrar en petróleo.




Parece evidente que lo que se pone en juego hace que la balanza se desequilibre en cuantiosas cantidades en el sentido de que lo que podríamos perder con este tipo de acciones es muy superior a lo que ganaríamos, teniendo en cuenta que el petróleo tiene fecha de caducidad. ¿Es realmente necesario exponernos a contribuir al cambio climático de forma desmesurada, acabar con todos unos ecosistemas endémicos marinos para siempre, destruir sectores económicos que viven del mar, poblaciones enteras que viven del mar, a morir arrollados por la furia de un tsunami?

 Hagamos algo ya. Esto se termina. Concienciémonos, pensemos, ingeniemos, innovemos, difundámoslo. Seamos conscientes de que tras toda esta vorágine petrolífera también se esconden numerosos intereses económicos. Y, sobre todo, respetemos a la madre Naturaleza en la medida de lo posible.






jueves, 13 de marzo de 2014

I ♥ DANCING

Hoy me siento, repentinamente, más soñadora de lo habitual. ¿El porqué? Sencillamente, gracias al baile. Ver danzar a la que, por sorpresa, se ha convertido en una gran bailarina para mí, es simplemente maravilloso. Me transporta a un mundo nuevo, más optimista, más sensual, más alegre, más vivo. Me encanta. Es por ello que creo oportuno dedicar un poema de mi humilde cosecha a este arte sin parangón. Ahí va:

Bailar es moverse,
transportar el cuerpo junto con el alma
por sendas que traza el ritmo
que se lleva por dentro y por fuera.

Bailar es mecerse 
al son de una melodía 
que canta y tararea,
grita y golpea con fuerza,
calla y escucha en silencio.

Bailar es estremecerse
al sentirse levitar
como volando sin alas
como amando sin límites.

Bailar es sentir
lo que el corazón ruega,
lo que el espíritu ansía,
lo que al cuerpo hace flotar.

Bailar es vibrar
con pasión,
con dulzura,
con descaro.

Bailar es lo grácil,
lo obsceno,
lo dramático,
lo sobrenatural.

Bailar es quemarse,
desgranar la quietud
del tiempo que pasa efímero,
es arder en deseo.

Bailar es, amigos míos,
soñar con los pies.


Eso es ver bailar y bailar para mí, como estar soñando despierto. Una pasión arraigada en el interior, en lo más profundo del ser que aflora con naturalidad a la vibración del primer sonido para deleitarse en aras de la música. Una de mis profesiones frustradas, quizá. Pero no por ello estoy exenta de bailar. Eso es un privilegio que todos y cada uno de nosotros tenemos, y está solo en nuetras manos el aprovecharlo.

Esta nueva bailarina que he descubierto es una chica madrileña llamada Sara López, que está triunfando en el género de la Kizomba, originado en Angola; un baile sensual y elegante lleno de pasión y nuevas vibraciones. Gracias a una amiga caboverdiana fui introducida en este género, y no hasta hace mucho en que me puse verdaderamente a indagar un poco acerca del tema, fue que realmente empezó a interesarme. Espero que les guste y que lo disfruten.








No dejen de bailar :)


lunes, 17 de febrero de 2014

Ensanvalentínome, why not?

Hace cosa de tres días fue catorce de febrero, el archiconocido día de San Valentín, ese famoso día en que Cupido decidió volverse rebelde y ponerse a tirar flechas por doquier inyectando amor a mansalva. Es un día de celebración para muchas parejas de enamorados. Sin embargo, para otros, es un día más.



El día del amor se celebra de muchas formas distintas. Algunos optan por regalar ramos de flores, típicamente, rosas. Otros, por algún retrato o collage memorable de la pareja. Cenas inesperadas a la tenue luz de las velas, serenatas nocturnas. La excusa perfecta para lucir un sexy picardía y avivar la llama de la pasión. Sea como sea, no necesariamente con valor material añadido, se pretende mostrar el regocijo de ser amados.

 Por contra, sumergiéndose en las redes sociales puede uno advertir fácilmente la aversión que otras muchas personas manifiestan en contra de la conmemoración de tal sentimiento, como es el amor. Se ven comentarios que bien podrían teñir el rojo perfecto de este día de un negro del más oscuro de las tonalidades. Dicen de su aclamación que es hipócrita, que no es necesario celebrar el amor un día en concreto, pues hay que querer todos los días; de lo contrario no es amor. Que es un día que inventaron los mercaderes para vender sus bienes materiales inservibles, fomentando así el consumismo y materializando un sentimiento tan puro como el que representa. Y muchas cosas más.

Sin embargo, a mí este día siempre me ha gustado. Me ha hecho sentir bien. Y no siempre he tenido pareja. Simplemente, tiene sentido para mí que se haya convenido a nivel mundial recordar la importancia que tiene un sentimiento como el amor, pues el amor, señores míos, todo lo mueve. Cualquiera que haya leído, escuchado música, mirado con sus propios ojos a través de la mirilla de Cupido, sentido, aprendido, sabe a lo que me refiero. Muchos filósofos, escritores, científicos, pensadores en general, concluyeron que nada somos sin este sentimiento. Infinitas moralejas tratan de enseñar la grandeza de amar. Y es que ¿quién no se enamora en algún momento de su vida? ¿Quién no tiene pasión por algo o alguien? Por supuesto que merece un hueco en mi calendario al año recordar lo vital que es el amor. Y es que a veces, lo olvidamos.

Pareciera que si no se regala nada material en un día tan señalado estuvieras hecho de hojalata. Corres el riesgo de que te tilden de tacaño, poco romántico, arisco, frío...Pero no se trata de los regalos materiales, se trata del detalle. Y a pesar de que a muchos les resulta un cliché esto último, muchas veces no ven más allá de la poco original idea de regalar algo físico, cuando lo que cuenta es recordarlo y hacer que nuestra pareja, si la tenemos, se sienta un poquito más especial en un día así por el hecho de tenernos mutuamente. Y si no la tenemos, simplemente de recordar que el amor es lo que nos mantiene en pie. Amor si no a alguien, a cualquier cosa que nos apasione. En definitiva, amor y lo que ello entraña.

Lógicamente, si mi pareja me ignorara los trescientos sesenta y cuatro días del año y viniese a darme un ramo de flores en San Valentín, le diría que se las tragase con espinas incluídas. Pero sería una opción sana y sabia no culpar a Eros por ello ni pensar que el amor no existe, pues la evidencia nos da lecciones día a día de lo contrario.

A todo esto, si deciden sorprenderme en un día así con un pantagruélico plato de deliciosos Gnocchi Boscaiola al más puro estilo italiano como muestra de su recuerdo de nuestro amor, no seré yo quien diga que no a lo material. Pues la comida es material, y es un bien preciado, amigos míos. Nutrirse es algo tan fundamental como respirar, como ya habrán podido comprobar a lo largo de años de experiencia en el acto de la heterofagia. Así como tampoco diré que no a un ramo de flores frescas que oxigenen mis aposentos, pues el ciclo de la vida no hará que se extingan, y al mismo tiempo, darán color a mi vida. No me considero asesina por arrancar unas cuantas flores que no van a desaparecer de la faz de la Tierra ni mucho menos. Del mismo modo, tampoco  diré que no a fotos y recuerdos de mi pareja y míos, pues me emocionan cada vez que los miro. Prácticamente, muchas de estas cosas son "materiales", y aunque no son imprescindibles, muchas también son necesarias. Todo depende de cómo se mire. Así que en lo que a mí atañe, que viva San Valentín y su recuerdo del amor.

¡¡Besos pastelosos!! :*


Mini nota mental: no empastelizarse demasiado, todo en su justa medida, que corremos el riesgo de sufrir una sobredosis de azúcar, jeje, sin olvidarnos de lo importante. A buen entendedor, pocas palabras bastan.