El tañir de una de las más
temidas campanas por las Islas Canarias ya ha sonado. Un auténtico presagio de
muerte se anunciaba ya con la noticia de que las prospecciones petroleras
serían inminentes a pesar de la masiva negativa popular al respecto. Y, una vez
más, los que dirigen este país, aquellos que tienen el poder de mover los
hilos, esos mediocres que se enriquecen de dineros tan sucios como estas
tristes mareas de petróleo a costa de la población parece que se saldrán con la
suya. Aunque yéndose con el rabo entre las piernas, huyendo cual ladrón digno
del más grande hurto, como fugitivo que no se da por vencido en busca de asilo
y nueva identidad en extranjeros paraderos desconocidos, así se saldrán con la
suya. Sin importar cuánta fauna marina perezca a merced de este vil acto
meramente lucrativo, cuántas playas dejen de ser aptas para el baño, cuánto
turismo salga corriendo de unas islas que siempre han sido vírgenes, limpias;
nuestro tesoro, de lo que vivimos, de donde pescamos, de lo que comemos. ¿Cómo
se puede alguien ir a dormir sabiendo que ha mentido a la población y ha ido en
su contra, a sabiendas de tener en su mano provocar un desastre natural que
quién sabe cuántas veces más se vaya a repetir? ¿Cómo puede alguien pasar
desapercibido ante algo así? ¿Cómo, señores políticos, pretenden responder ante
esto? Muchos ya conocemos la respuesta. Lavándose las manos, pasándose la
pelota el uno al otro –como de costumbre-, mirando hacia otro lado haciendo
honor a la ignorancia y huyendo. Porque claro, cuando yo político, tengo tanto
dinero como para permitirme viajar a otras islas aún limpias donde poder
disfrutar del baño, entre otras cosas, ¿qué más dan las mías? ¿No es para
tanto, no? Solo es un poco de petróleo, ¿verdad? Y cómo no, “es muy seguro” –dicen.
A día de hoy, martes 15 de abril
de 2014, tras tener que haber leído el lamentable titular “Cerradas varias
playas del sur de Gran Canaria por un vertido de petróleo” en el Canarias 7, no me cabe duda de que
existe gente despiadada sobre la faz de este planeta que, definitivamente, no
es merecedora en absoluto de la grandeza que la naturaleza nos ha brindado. Y
esto lo pienso cuando el impacto del titular es tal que no se me ocurre pensar
otra cosa que en las susodichas prospecciones. Sin embargo, el origen de este
vertido que ha teñido de oscuro algunas de nuestras playas nada tiene que ver
con esto sino con el posible reciente hundimiento de un barco japonés cerca de
la zona o buques en plena faena de limpieza.
De repente, la gente empieza a
elucubrar sobre cómo podrían ser entonces vertidos procedentes de las
prospecciones petroleras que pretenden llevar a cabo en las islas, no queriendo
llegar a imaginar la magnitud del verdadero desastre que ello supondría en
comparación a este trágico incidente. Y surge un debate. Si el petróleo es la mayor
fuente de energía para todos, ¿qué hemos de hacer? Sí, lo es, en un 80%. Pero
haciendo un uso racional y combinado con las energías renovables (eólica,
hidráulica, nuclear, solar, etc.) deberíamos ser capaces de vivir sin
problemas, para lo que se requiere la concienciación de la ciudadanía.
Evidentemente, todo esto no es tan sencillo, pero es la única opción que queda,
ya que el crudo se prevé que desaparezca en torno a 2020. No obstante, ¿Es
realmente necesario arruinar toda una economía insular que vive de unos pocos
sectores (turismo y pesca, a grandes rasgos) y que se haga imposible el baño en
estas aguas? ¿Es que no existen otras islas deshabitadas o con zonas habilitadas
para ello? ¿De verdad somos de las últimas opciones encima de la mesa? Me niego
a creerlo. Y lo que sí empiezo a creer es que, verdaderamente, debemos empezar
a concienciarnos y al mundo entero de que esto se acaba. La electricidad no
será eterna al ritmo al que vamos ni mucho menos, motivo más para querer y
respetar a nuestro entorno, el que será la única fuente de vida que podamos
tener y del que, al fin y al cabo, debamos depender.
Cabe decir que sería muy
interesante que avanzara la ingeniería en cuanto a estas cuestiones, ya que los
derrames no son ninguna tontería; pero es evidente que las máquinas se
estropean y que, ya sea por fallos mecánicos de maquinaria o humanos, las
consecuencias son, sin duda alguna, devastadoras. Dejan una cicatriz no solo en
la Tierra, sino también en el alma de sus habitantes. Por otro lado, parece
vital que investiguemos e invirtamos en energías renovables a pesar de
representar una pequeña parte de la energía que consumimos, ¿pero acaso eso no
puede cambiar? Quizá si se invirtiera en ello lo suficiente alcanzaríamos nuevos
y sorprendentes logros. En los enlaces de abajo, algunos colectivos ecologistas
exponen sus motivos para estar en contra de las prospecciones y formas de
ahorrar en petróleo.
Parece evidente que lo que se
pone en juego hace que la balanza se desequilibre en cuantiosas cantidades en
el sentido de que lo que podríamos perder con este tipo de acciones es muy superior
a lo que ganaríamos, teniendo en cuenta que el petróleo tiene fecha de
caducidad. ¿Es realmente necesario exponernos a contribuir al cambio climático
de forma desmesurada, acabar con todos unos ecosistemas endémicos marinos para
siempre, destruir sectores económicos que viven del mar, poblaciones enteras
que viven del mar, a morir arrollados por la furia de un tsunami?
Hagamos algo ya. Esto se termina. Concienciémonos,
pensemos, ingeniemos, innovemos, difundámoslo. Seamos conscientes de que tras
toda esta vorágine petrolífera también se esconden numerosos intereses
económicos. Y, sobre todo, respetemos a la madre Naturaleza en la medida de lo
posible.